Armas de Aquiles
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En pocas de palabras vos quiero destajar
la obra de las armas qu’Aquiles mandó far,
que, si por orden todo lo quesiés’én’ notar,
serié un brevïario que prendrié grant logar.
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Omne que por espaçio lo quesiesse asmar
ý verié los pescados quantos son en la mar,
las unas naves ir e las otras tornar,
las unas pereçer e las otras arribar.
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Ý estavan las tierras por poblar e pobladas,
los montes e las aguas e las villas çercadas,
la Torre que fizieron las gentes perjuradas,
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Ý estavan contrarios los vientos prinçipales,
cadaunos cuémo corren e quáles temporales;
ónde naçen los truenos e los rayos mortales,
cuémo son en el año quatro tiempos cabdales.
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Estava don Ivierno con vientos e geladas,
el Verano con flores e dulçes mañanadas,
Estiv’ con granados soles e miesses espigadas,
Atupno vendimiando e faziendo pomadas.
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Eran ý los doz’ signos del Sol bien compassados,
los unos de los otros igualmente tajados;
e las siete planetas cuémo tienen sus grados,
quáles son más raviosos o quáles más pagados.
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Non es omne tan neçio que viesse el escudo
que non fuesse buen clérigo sobra bien entendudo;
el maestro que’l fizo fue tan mientes metudo
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Maguer no’l fazié mengua, ca era encantado,
vistió una loriga de azero colado,
terliz e bien texida, el almofre doblado,
que del maço de Éctor non oviesse cuidado.
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Por defender las cambas, calçó las brafoneras;
fízolas enlazar con firmes trabugueras;
calçós’ las espüelas del cavallo guerreras,
quando fues’en alcançe, por livrar las carreras.