Palacio de Poro
2119
La obra del palaçio non es de olvidar,
maguer non la podamos dignamente contar:
por que mucho queramos la verdat alabar,
aún avrán por esso algunos a dubdar.
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El logar era plano, ricament’ assentado,
avondado de caça, siquiere de venado;
las montañas bien çerca, do paçié el ganado;
verano e ivierno era logar temprado.
2121
Fueron de buen maestro los palaçios assentados:
fueron maestramente a quadra compassados;
en peña viva fueron los çimientos echados:
por agua nin por fuego non serién desatados.
2122
Eran bien enluzidas e firmes las paredes;
non le ý fazién mengua sávanas nin tapedes;
el techo era pinto a lazos e a redes,
todo de oro fino, como en Dios creedes.
2123
Las puertas eran todas de marfil natural,
blancas e reluzientes como un fin’ cristal;
los entalles, sotiles; bien alto el poyal.
¡Casa era de rëy, mas bien era real!
2124
Quatroçientas colupnas avié en essas casas,
todas de oro fino, capiteles e basas:
non serién plus luzientes, si fuessen bivas brasas,
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Muchas eran las cámaras, todas con sus sobrados;
de çiprés eran todos los maderos obrados:
eran tan sotilment’ entre sí enlazados
que non entendié omne dó eran empeçados.
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Pendié de las colupnas derredor de la sala
una muy rica viña —de mejor non nos cala—:
levava fojas d’oro, grandes como la palma
—¡querría aver las mías tales, sí Dios me vala!—.
2127
Las uvas de la viña eran de grant femençia:
piedras eran preçiosas, todas de grant potençia;
toda la peor era de grant manifiçençia
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Como entre las uvas son diversas naturas,
assí eran las piedras de diversas figuras:
las unas eran verdes; las otras, bien maduras
—¡nunca les fizo mal gelo nin calenturas!—.
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Allí trobarié omne las unas tardaniellas;
las otras migaruelas, que son más tempraniellas;
las blancas alfonsinas, que tornan amariellas;
las alfonsinas negras, que son más cardeniellas.
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Las buenas calagrañas, que se quieren alçar;
las otras molejas, que fazen las viejas trotar;
la torrontés umorosa, buena pora’l lagar;
2131
Dexémosvos la viña que era muy loçana,
que levava vendimia tardana e temprana;
digamos de un árvol que sedié en la plaça,
que yazié ý riqueza fiera e adïana.
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En medio del enclaustro, logar tan acabado,
sedié un rico árvol en medio levantado:
nin era müy gruesso nin era muy delgado;
de oro fino era, sotilmente obrado.
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Quantas aves en çielo han vozes acordadas,
que dizen cantos dulçes, menudas e granadas,
2134
Todos los instrumentes que usan los joglares,
otros de mayor preçio que usan escolares,
de todos avié ý tres o qüatro pares,
todos bien atemprados por formar sos cantares.
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A la raíz del árvol, bien a quinze estados,
vinién unos cañones que yazién soterrados:
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Sollavan con bufetes en aquellos cañones;
luego dizién las aves cadaúna sus sones:
los gayos, las calandrias, tordos e los gaviones;
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Luenga serié la conta de las aves contar
—la noche va viniendo: quiérovos destajar—.
¡Ya non sé quál quisiesse de las otras echar,
qüando la çigala non quiso olvidar!
2138
Volvién los estrumentes a buelta con las aves;
modulavan a çierto las cuerdas e las claves:
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Allí era la música cantada por razón:
las dulçes deballadas, el plorant’ semitón’,
las doblas, que refieren cuitas del coraçón,
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Non es en el mundo omne tan sabidor
que dezirvos pudiesse quál era la dulçor:
¡mientre omne viviesse en aquella sabor
non avrié set nin fambre, nin ira nin dolor!
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Podédesvos por otra cosa maravillar:
si quisiesse, las medias solas farié cantar;
2142
Óvolo Alexandre por fiera estrañeza:
dixo que nunca viera tan estraña riqueza.
Todos tenién que era muy adapte nobleza:
nunca avién oído de tan noble alteza.